jueves, 29 de enero de 2015

 
LA MALDICIÓN DE CHASCOMÚS
 
QUILMES Y LA BRUJA DORA
 
 
Es en este punto donde acampan a sus anchas una serie de avezados personajes que desde siempre utilizaron el citado pánico para hacer de ello su modo de vida. Así nació la Noche de Brujas, de sortilegios, encantamientos, brujería y adivinación. Y hablando de brujas, sortilegios y fútbol no puede pasar un día como hoy sin recordaros la curiosa historia que vivió el conjunto argentino de Quilmes en la década de los noventa.
Cuentan que a 110 km de la Capital Federal entre el paisaje, el pasado histórico y al borde de la laguna más grande del sistema de Las Encadenadas, nace la ciudad de Chascomús. Una laguna y un lugar con mucho encanto, en el que en otros tiempos se podía cazar y pescar y en el que nació Dora, una bruja dicen muy efectiva que hacía estragos con sus hechizos, sortilegios y el arte de la adivinación.

                                                                                
 
Su buen hacer al parecer era tan reconocido que llegó a los oídos de los directivos del conjunto cervecero de Quilmes, que en 1994 peleaba por el ascenso con Gimnasia y Esgrima de Jujuy. La campaña de Quilmes era excelente hasta ese momento, pero los directivos decidieron recurrir a la superchería para apuntalar un ascenso que parecía cantado.
Así fue como acudieron a Chascomús en busca de uno de aquellos sortilegios de Dora, que les recibió y atendió con premura a su petición con una sola condición: el trabajo a realizar era de carácter especial por lo que su precio se debía equiparar a ello. Cuatro mil pesos le requirió Dora, a lo que los directivos cerveceros se mostraron conformes y sorprendidos, puesto que la bruja de Chascomús afinó tanto en su hechizo y predicción, que vaticinó que Gimnasia Jujuy perdería en la inminente fecha de sábado por tres tantos a cero.
Llegó el sábado y Jujuy cayó por el citado marcador, pero Quilmes que jugaba con Morón no pudo sumar porque su partido quedó suspendido por la caída y explosión de un petardo en el terreno de juego. En ese momento Quilmes vencía 2 a 1 y los directivos cerveceros interpretaron ante la suspensión que Dora les había estafado.
Dora en persona se presentó en las oficinas del club cervecero para reclamar su dinero pero los directivos ya habían tomado la decisión de no pagar el sortilegio de la bruja de Chascomús, que abandonó las instalaciones cerveceras soltando improperios y sobretodo una maldición que acabaría entrando en la historia de Quilmes y en los libros de la historia del fútbol argentino.
Y es que poco tiempo después se reanudó el partido con Deportivo Morón. Quilmes, como dije, en el momento de la suspensión ganaba 2-1 pero en la reanudación acabó desperdiciando una pena máxima y zozobrando por tres tantos a dos. Dos fechas más tarde quedaba consumada la desgracia, puesto que su gran rival Jujuy, salía campeón y lograba el ascenso.
En ese momento no se quiso atribuir el fracaso a la maldición de Dora, pero con el transcurso de los años, las temporadas y los fracasos, la leyenda negra de la maldición de Dora fue cobrando mayor fuerza. Especialmente porque desde aquel maldito día Quilmes perdió tres finales para ascender, ante Huracán, Los Andes y Belgrano.
La sombra de Dora era ya alargada y sobrevolaba de forma amenazadora por el futuro del club cervecero, que por reclamo de sus socios e iniciativa de sus directivos decidieron viajar a Chascomús para saldar la célebre y maldita deuda de 4.000 pesos.
Ya era tarde, aquel viaje resultó en vano puesto que Dora ya había decidido cruzar la línea hacia el otro lado y unirse al mundo de las ánimas, desde donde aún seguía apretando la soga anudada al cuello del futuro de Quilmes.
En una tumba sin nombre descansaban los restos mortales de la meiga argentina, lugar en el que los dirigentes resolvieron depositar un pomposo ramo de flores con la esperanza de  restituir el honor de Dora y mitigar su enfado.
De poco o nada sirvió todo aquello, Quilmes volvió a caer una vez más, en esta ocasión en semifinales y ante Nueva Chicago. Poco después trascendió que aquel ramo de flores fue depositado en una tumba equivocada por lo que un ferviente socio y fiel seguidor de Quilmes decidió atajar el enquistado asunto con una curiosa iniciativa.
Corría el año 2003 cuando aquel fiel seguidor prometió ponerle de segundo nombre a su hija Dora, con la intención de calmar la ira de la bruja e intentar acabar para siempre con la maldición que azotaba a su equipo del alma.
Cuentan que aquella niña nació y vino al mundo pronto pero sana y Dora como segundo nombre. Dicen que aquel día el espíritu atormentado de Dora cruzó la línea para deshacer aquel amarre que ahogaba a Quilmes y le mantenía en el destierro del olvido por muchos años.
Y certifica la historia que Quilmes tras ocho meses sin perder en su estadio, firmaba una de las temporadas más brillantes de su historia consiguiendo el ansiado ascenso a Primera.
 

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